sábado, 27 de noviembre de 2010

EL DESARROLLO HUMANO

El ser humano se desarrolla a partir de una sola célula, formada por la fusión de un óvulo y un espermatozoide; cada uno contribuye con la mitad de la información genética de la célula. Los ovarios en las mujeres producen óvulos maduros, generalmente uno por ciclo menstrual; los testículos en los hombres generan espermatozoides en grandes cantidades. La fecundación de un óvulo por un espermatozoide suele ocurrir después de que los espermatozoides se depositan cerca del óvulo. Pero no siempre ocurre la fecundación, porque el depósito del esperma puede llevarse a cabo cuando la mujer se encuentra en su ciclo menstrual, momento en que ningún Ovulo está presente, o uno de los cónyuges es incapaz de producir células sexuales viables. También pueden utilizarse medidas anticonceptivas para incapacitar a los espermatozoides, bloquear su camino hacia el Ovulo, impedir la liberación de óvulos o evitarla implantación del Ovulo fecundado.

Algunas horas después de la concepción, el óvulo fecundado se divide en dos células idénticas, cada una de las cuales se divide pronto, una y otra vez, hasta que hay suficientes como para formar una pequeña esfera. Después de unos días, esta esfera se fija en la pared del Utero, en donde la placenta alimenta al embrión, permitiendo la trasferencia de sustancias entre la sangre de la madre y la del niño en desarrollo. Durante el primer trimestre de embarazo, las generaciones sucesivas de células se organizan para formar Organos; durante el segundo, se desarrollan todos los Organos y rasgos del cuerpo; por Ultimo, en el tercero, ocurre un mayor desarrollo y crecimiento. Estas pautas de desarrollo humano son similares a las de otros animales vertebrados, aunque el periodo de gestación puede ser muy diferente.

El embrión en desarrollo puede estar en riesgo como consecuencia de sus propios defectos genéticos, la salud poco favorable de la madre, una dieta inadecuada durante el embarazo, o por la ingestión materna de alcohol, tabaco u otras drogas. Si el desarrollo del niño es incompleto en el momento del nacimiento, ya sea por salud deficiente de la madre o nacimiento prematuro, el lactante puede no sobrevivir. Después del nacimiento, los pequeños pueden estar en peligro si hubo alguna lesión al nacer o infección durante el parto o después de él. Por tanto, el índice de muerte infantil varia en gran medida de un lugar a otro, dependiendo de la calidad de saneamiento, higiene, nutrición prenatal y atención médica. Aun para los niños que sobreviven, las malas condiciones antes o después del nacimiento pueden conducir a la disminución de las capacidades físicas y mentales.

En los niños normales, el desarrollo mental se caracteriza por la aparición regular de un conjunto de habilidades en etapas sucesivas. Estas incluyen un aumento de memoria hacia el final del primer mes, sonidos de habla en el primer ano, habla conexa para el segundo, capacidad de relacionar conceptos y categorías en el sexto, así como la habilidad de detectar la consistencia o inconsistencia de los argumentos en la adolescencia. El desarrollo de estos niveles de aptitud intelectual, cada vez más complejos, es una función tanto de la madurez cerebral como de las experiencias de aprendizaje. Si ciertas clases de estímulos apropiados no están presentes cuando el niño está en una etapa particularmente sensible de desarrollo, puede ocurrir que el desarrollo biológico y psicológico se dificulte o incluso no se lleve a cabo.

Este periodo extraordinariamente largo del desarrollo humano--comparado con el de otras especies se relaciona con el papel prominente del cerebro en la evolución humana. La mayor parte de las especies se encuentran muy limitadas en su repertorio de conducta, y para sobrevivir dependen de respuestas predecibles determinadas en gran parte por la programación genética; los mamíferos, y sobre todo los humanos, dependen mucho más de una conducta aprendida. Una niñez prolongada proporciona tiempo y oportunidades al cerebro para que se desarrolle en un instrumento eficaz para la vida inteligente. Esto ocurre no sólo mediante el juego y la interacción con niños mayores o adultos, sino también a través de la exposición a las palabras y artes de personas de otras partes del mundo y de otros tiempos en la historia. La capacidad para aprender persiste hasta el final de la vida y en ocasiones se perfecciona cuando el ser humano ha formado una base de ideas y llega a comprender de qué manera aprende mejor.

Las etapas del desarrollo ocurren a un ritmo que difiere un poco en cada individuo, como una función de factores fisiológicos diferentes y experiencias distintas. La transición de una etapa a otra puede ser problemática, particularmente cuando los cambios biológicos son drásticos o cuando no concuerdan con las habilidades sociales o las expectativas de los demás. Sociedades distintas confieren un significado e importancia diferentes a las etapas del desarrollo, y a las transiciones de una a otra. Por ejemplo, la niñez se define legal, social y biológicamente, y su duración y significado varían en las distintas culturas y periodos históricos. En los Estados Unidos, el comienzo de la pubertad la madurez del cuerpo como preparación para poder reproducirse ocurre varios años antes de la edad que suele considerarse apropiada física y psicológicamente para la paternidad y demás funciones adultas.

El que los adultos lleguen a ser padres y el número de hijos que tengan son aspectos determinados por una amplia variedad de factores personales, culturales y biológicos. La tecnología se ha sumado en gran medida a las opciones de que dispone la gente para controlar su reproducción. Existen medios químicos y mecánicos para prevenir, detectar y evitar que concluya un embarazo. A través de ciertas medidas, como la terapéutica hormonal e inseminación artificial, también es posible provocar embarazos deseados que de otro modo no ocurrirían. Sin embargo, el uso de estas tecnologías para prevenir o facilitar el embarazo son discutibles y plantean cuestionamientos a las costumbres sociales, la ética, las creencias religiosas, y aun la política.

El envejecimiento es un proceso normal en todos los seres humanos, el cual todavía no se ha comprendido con claridad. Sus efectos varían considerablemente entre los individuos. En general, los músculos y las articulaciones tienden a hacerse menos flexibles, los huesos y músculos pierden algo de masa, disminuyen los niveles de energía y los sentidos se vuelven menos agudos. En las mujeres, un acontecimiento importante en el proceso de envejecimiento es la menopausia; entre los 45 y 55 años sufren un cambio mayor en la producción de hormonas sexuales, que provoca la interrupción de su ciclo menstrual y la liberación de óvulos.

El proceso de envejecimiento en los seres humanos se asocia no solamente con cambios en el sistema hormonal, sino también con enfermedades y lesiones, dietas, mutaciones que surgen y se acumulan en las células; desgaste de los tejidos, por ejemplo de las articulaciones que cargan peso; factores psicológicos y exposición a sustancias dañinas. La acumulación lenta de agentes nocivos como depósitos en las arterias, daño a los pulmones por fumar y lesiones en la piel por radiaciones, puede producir enfermedades graves. Algunas veces, los trastornos que aparecen tarde en la vida afectan el funcionamiento del cerebro, incluyendo la memoria y la personalidad. Además, la disminución de la capacidad física y la pérdida del papel social acostumbrado puede traer como consecuencia ansiedad o depresión. Por otro lado, muchas personas mayores son capaces de continuar viviendo bastante bien y pueden tener una vida independiente y activa sin tener periodos prolongados de incapacidad.

Al parecer, hay un lapso máximo de vida para cada especie, incluida la humana. Aunque algunos seres humanos viven más de 100 años, la mayoría no son tan longevos; el promedio de vida, incluyendo a los individuos que mueren en la niñez, fluctúa desde los 35 años en algunas poblaciones hasta los 75 en la mayor parte de las naciones industrializadas. Los altos promedios se deben sobre todo a los bajos índices de mortalidad en lactantes y niños; pero también a una mejor sanidad, dieta e higiene para la mayoría de la población y una mejor atención médica a los ancianos.


Saithrhu R. González C.
C.R.F

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